Su corazón se congeló, y su sangre comenzó a correr más rápido, su boca se volvió seca y sintió que sus rodillas le fallarían en cualquier momento.
La mano de François aún la mantenía firme detrás de su gran cuerpo, y en ese momento ella se maldijo por haber liberado a Aeron.
El hombre con un tatuaje levantó su cuchillo, que brillaba en la luz del poste, y ella temió por la vida de ambos.
Rosalie miró al bandido que parecía ser el líder, su mirada era negra y maléfica, él sostenía el cuchillo de modo amenazador, y la miró directamente.
Entonces él dijo, en una voz terrible.
— Aléjate de la mujer, o te mataré.
Los otros dos hombres estuvieron de acuerdo con lo que decía su líder, y también sacaron sus cuchillos.
Su corazón latía descompasado, sintiendo que era su fin, y si no hacía nada sería el fin de aquel hombre que intentaba protegerla.
— No la tendrás. — Rebateu François.
Su cuerpo estaba tenso, su mirada firme en su adversario que sostenía aquel cuchillo, los ojos de aquel bandid