Zeke Mathews era un empresario. No uno cualquiera, sino uno de los solteros más jóvenes en establecer un imperio tan exitoso en Monterrey.

Thalassa había oído hablar de él en conversaciones de negocios, pero solo había visto una foto suya una vez. Quizá por eso no lo reconoció.

A la mañana siguiente de su acuerdo, Zeke pasó a recogerla para llevarla a su casa a conocer a su abuela. En el camino, intentó sacarle plática, pero Thalassa no estaba de humor. Le daba respuestas cortas hasta que él dejó de insistir.

El auto cruzó un portón de acero automático, y Zeke condujo hasta que se estacionó en un lugar dentro de la propiedad.

—Yo te abro.

Lo dijo al bajarse del carro, con la intención de abrirle la puerta, pero Thalassa se bajó rápidamente por su cuenta. Arrugó la frente mientras se quedaba viendo la casa que tenía enfrente.

—¿Esta es tu casa?

—Sí, ¿por?

Thalassa puso mala cara. Volvió a mirar la casa. No era una mansión, pero era demasiado imponente para alguien que no vivía permanen