*—Danny:
En la entrada del salón estaba su madre. Vestía un vestido floral, de los que siempre había preferido, pero este se veía distinto, nuevo, más elegante. Como si se hubiera arreglado con especial cuidado para la ocasión. Su cabello castaño caía suelto sobre los hombros y llevaba unas discretas joyas en el cuello.
Danny la observó, y sintió un frío en el estómago. Su madre nunca hacía nada al azar. Cada detalle de su apariencia era un mensaje.
—Buenas noches —saludó Nancy con voz templada mientras los miraba con atención. Danny notó que su barbilla se movía apenas, como conteniendo algo que no quería soltar—. Siento no haber salido antes a saludar. Estaba… atendiendo la cena y…
Se interrumpió. Balbuceó un poco, como si buscara alguna excusa para justificar el tiempo que se había tomado. Danny supo al instante que había estado ordenando sus pensamientos.
Danny respiró hondo, con un ligero temblor en el pecho.
—No te preocupes, madre —dijo, esforzándose para que sonara tranquilo.