*—Uriel:
Uriel sollozaba bajo, pero ya no con culpa: era alivio puro. Por fin decía en voz alta lo que llevaba años arrastrando como un peso muerto en el pecho.
—Gracias —susurró en su oído con voz rota—. Gracias por ser mi amigo. Por aguantarme. Por quedarte… incluso cuando no debía pedirte eso.
Cameron dejó escapar una risa ronca y algo triste. Le miró con su mirada oscura y húmeda de emoción, y con cuidado le acunó la mejilla entre sus dedos grandes y cálidos.
—Estuve a tu lado por años —dijo con voz grave, algo temblorosa—. Protegiéndote de idiotas, velando por ti, pero ahora… —Cameron desvió la vista por un segundo hacia adentro, donde estaban Danny y los chicos. Sonrió con orgullo—. Esa tarea es de Danny. Y sé que te dejo en buenas manos.
Uriel sintió el calor en su pecho expandirse. Sus ojos se llenaron aún más de lágrimas.
—Es un hombre maravilloso —siguió Cameron, con una voz que se quebró levemente—. Aunque haya errado en el pasado, sé que está dispuesto a corregir su