Valentina guardó la foto en la caja:
—Abuela, es solo una foto de cuando era pequeña. Salí muy fea, no puedo mostrártela.
Dolores retiró la mano, sonriendo:
—¿Cuándo ha sido fea mi Valentina?
—Eso es imposible —afirmó el mayordomo Fausto.
Ambos eran muy cariñosos con ella. Bajó la mirada y tomó un sorbo del té.
Luego, se volvió a escuchar la voz de la empleada:
—Señorito.
Ella levantó la vista. Mateo había vuelto a casa.
—¿Llegaste? —Sonrió Dolores.
Mateo se quitó el saco del traje y se lo entregó a la empleada, luego entró a la sala con paso elegante.
Para entonces, Valentina ya había notado algo extraño en el sabor del té:
—Abuela, ¿qué le pusiste a esto? Sabe diferente.
—Querida, ¿lo notaste? Le mandé agregar hierbas para la fertilidad.
¿Fertilidad?
Miró el té con resignación.
Ella y Mateo ni siquiera habían consumado el matrimonio, así que no importaba cuántas hierbas tomara, no quedaría embarazada.
—¡Abuela!
La abuela tomó su mano:
—Ya es momento de que tengan hijos. Yo ya estoy v