Daniela empujó su pecho intentando apartarlo.
—No hagas esto, señor Duque...
Nicolás besó sus mejillas y su cabello.
—Daniela, estás realmente hermosa esta noche.
La elogiaba con sincera admiración.
Daniela se sonrojó. Ella y Diana habían pasado mucho tiempo arreglándose, precisamente para este encuentro con él.
—Señor Duque...
—Llámame por mi nombre.
—Nicolás...
Nicolás volvió a cubrir sus labios rojos con los suyos.
Daniela sintió cómo él abría paso entre sus dientes, saboreando el alcohol en su boca, un sabor intenso y aromático que la embriagaba.
El lujoso automóvil estaba estacionado en la acera, y el mundo bullicioso parecía quedar aislado en el exterior. Lo único que escuchaba eran los sonidos húmedos de sus besos, haciendo que su rostro y orejas ardieran.
Pronto, las manos de él comenzaron a moverse inquietas, jugando con el borde de su vestido.
Daniela rápidamente sujetó la tela.
—¡Nicolás, no!
Mientras forcejeaba, su mano accidentalmente golpeó la máscara de él, que cayó.
Dan