Valentina se sobresaltó, ¿acaso Mateo llevaría a Luciana a casa esta noche y pasarían la noche juntos?
Luciana, con una sonrisa radiante, dijo:
—Valentina, Mateo y yo debemos irnos. Tú y el director Apango pueden seguir charlando sin prisa.
Dicho esto, Luciana miró a Mateo:
—Mateo, vámonos.
Mateo le lanzó una mirada profunda a Valentina. No dijo nada y se marchó con Luciana.
El director Apango, observando a la pareja alejarse, comentó:
—¿Cómo puede el señor Figueroa tener tan mal gusto como para fijarse en esa Luciana?
Valentina sonrió ligeramente sin decir nada. ¿Quién podía entender los asuntos del corazón? Luciana podría ser tonta, pero Mateo la amaba, lo que demostraba que sus sentimientos eran genuinos.
El director Apango continuó:
—Jefa, cuando Luciana descubra su identidad, que usted es la gran jefa de Pureza y la directora de la mayor empresa médica cotizada en bolsa del país, seguramente se quedará boquiabierta.
Valentina podía imaginarlo perfectamente. La expresión de Luciana