Eso no puede ser.
Rosa insistió:
—Señor, ya lo preparé, no podemos desperdiciarlo. Si quiere, mañana no toma, pero hoy bébalo.
Luis miró a Rosa.
—¿Este té no es para ayudar a dormir y calmar los nervios? Bébelo tú.
Rosa se quedó sin palabras. ¿Qué sentido tenía que ella tomara ese té?
—Señor, mejor tómelo usted. Bébalo y váyase a descansar temprano.
Los dedos de Luis se detuvieron sobre el teclado. Miró el té en las manos de Rosa.
—Rosa, ¿por qué insistes tanto en que tome este té?
Rosa respondió:
—...Señor, ¡por supuesto que es por su bien! Ya que no quiere tomarlo, entonces lo tomaré yo.
Temiendo levantar sospechas, Rosa tomó el té y se marchó rápidamente.
Rosa salió y sintió que debía informarle de esto a la señora.
Llegó hasta la puerta de la habitación y tocó.
Toc, toc.
Sara abrió la puerta enseguida.
—Rosa.
Rosa susurró:
—Señora, tenemos un problema. El señor se niega a tomar el té esta noche.
Sara se sorprendió.
—¿No quiere tomarlo?
Rosa confirmó:
—¡Así es! No puedo insistir más