Los empleados se sorprendieron: —¡Presidente! ¡Señora presidenta!
Daniela, a quien llamaron "señora presidenta", se puso roja como un tomate: —Nicolás, bájame, ¡la gente nos está viendo!
Nicolás, con sus largas piernas, caminó con pasos firmes hacia adentro y sonrió: —Si nos ven, que nos vean. No puedo taparles los ojos.
Cada vez más empleados voltearon a mirar: —¡Buenos días, presidente! ¡Buenos días, señora presidenta!
Daniela se sonrojó y solo pudo esconder su rostro en el pecho de Nicolás para que nadie la viera.
Pero los comentarios de los empleados ya se podían escuchar: —Dios mío, ¿nuestro presidente vino a trabajar cargando a la señora presidenta?
—¿La señora presidenta es Jessica?
—Obviamente no es ella.
—Antes el presidente había cargado a Daniela, ¡esta parece ser Daniela!
—Nuestro presidente y Daniela realmente hacen una pareja perfecta, ambos están en la cúspide de la belleza.
Daniela hubiera querido taparse los oídos para no escuchar.
Nicolás miró hacia abajo, viendo su e