El italiano no le quitaba los ojos de encima, llegando a preguntarse si al fin le contaría la verdad… falta que le hacía para aliviar la pesadez de su cuerpo y la angustia que tenía en su cabeza.
Ella se pone en pié rodeando el escritorio, llevaba un bonito vestido verde oliva. La tela era suave y volátil tallado a su estrecha cintura, le daba un aspecto seductor. Al verla acercarse a él, éste encaminó sus pasos hacia su sillón. Al sentarse en el se recuesta, esperando a por ella.
Lía vuelve a sentir el mismo rechazo, le dolía que el la tratase de esa manera. Lo que no comprendía era porque actuaba de esa manera.
—¿Porque estás enojado conmigo?
—Dím