Las ráfagas de viento que se hacían presentes, movían lentamente el cabello largo y lacio de Samantha, ella veía con sus hermosos ojos verdes a ese hombre sentado a su lado.
Sin embargo, su expresión era una tensa, deseado que él se marchará rápidamente.
— ¿Por qué estás aquí?
— No me acompañaste a almorzar… quería pasar tiempo contigo.
— ¿Por qué tendría que hacerlo?
— Eres mi prometida y pronto mi esposa ¿No sería lo más correcto? Accedí a dejarte salir mañana e incluso confirme nuestra asistencia a la fiesta de tu amiga.
— ¿Así que debo pagarte por ello? Hasta donde se una persona que realmente ama no pide nada a cambio… ¿Es verdadero tu amor?
— Lo es, pero lastimosamente solo así puedo acercarme a ti.
— Te lo has ganado Leo.
Leonard sonrió en ese instante recostándose en la manta mientras su cabeza seguía en dirección a Samantha.