7: 30 am.
¡PLAF!
El sonido de la bofetada dejó marcada la mejilla del atractivo rubio con ascendencia rusa.
— Te dije que lo sentía. — Recalcó él.
— ¡No es cierto! No estás ni un poco arrepentido. — Expresó molesta Reina. — ¡¿Por qué no me quieres decir que sucedió anoche?! — Preguntó exaltada.
— Solo estaba trabajando.
— ¡¿En serio vas a hacerme esto Edik?! ¡¿Pones a mi hermano por encima de mi y lo nuestro?!
— No metas lo nuestro en esto Sasha. Se trataba de TRA- BA- JO. No puedo andar por ahí dándote todos los detalles de lo que haga o envié a hacer mi jefe solo por qué tu y yo salimos juntos.
— ¡Es mi hermano! Soy su vigilante, es mi trabajo, mis abuelos confían en mi para ello, ¡Por eso es que nos permiten estar juntos a nosotros dos! Si yo no hiciera esto, no podría seguir contigo, si fallo te pierdo y no quiero perderte… — La alterada mujer decía todas