No sé cuánto tiempo ha pasado. Solo sé que desde que decidi enrtar en su habitación no hemos parado.
Los besos, las caricias, las embestidas… todo lo que Cassian me ha hecho se funde en una secuencia borrosa de placer ardiente. Mis sentidos están entumecidos, mi cuerpo ya no responde con lógica, y sin embargo, cada roce suyo sigue incendiándome por dentro. La boca de Cassian se desliza por mi cuello, por mis hombros, por mi pecho… sus manos exploran cada curva como si aún me quedara espacio por descubrir.
No comprendo del todo que es lo que me pasa con este hombre. No entiendo porque me desestabiliza de esta forma, pero estoy disfrutando cada una de sus acciones.
Siento una veez más su mano sobre mi rostro, lo acaricia mientras sus ojos marrones recorren mi desnudez, y entonces, me toma de nuevo.
Me guía sin palabras hasta ese punto donde pierdo el control una vez más.
Un nuevo orgasmo me asalta, más lento, más profundo, como una ola cálida que arrastra mis pensamientos hasta dejarlos