En la ciudad, todas las calles estaban repletas de patrullas y en cada intersección había numerosos policías revisando vehículo por vehículo. El alcalde había ordenado personalmente la búsqueda.
Con toda la fuerza policial movilizada, era evidente la importancia que daban al caso. No solo por consideración a Faustino, sino también porque Biovida se había vuelto repentinamente exitosa, con potencial de convertirse en una empresa emblemática que cotizara en bolsa. Para el gobierno local, esto era sin duda una excelente noticia. Naturalmente, investigaban sin escatimar esfuerzos a quienes intentaban arruinar esta oportunidad.
¡Así que el secuestro de Ximena se había vuelto de conocimiento público!
En la ventana del séptimo piso de un edificio apartado, un hombre de mediana edad observaba las patrullas que patrullaban las calles. Con expresión nerviosa y ansiosa, cerró rápidamente las cortinas.
Era Amaru Villalobos, uno de los accionistas de Biovida. En el sofá de la sala estaba sentado ot