—¡Todo es tu culpa, todo es tu culpa! ¡No te había hecho nada, ¿por qué me haces esto?!
Amaranta, con el pelo revuelto, la ropa desgarrada y la cara hinchada como una cabeza de cerdo, miraba fijamente a Faustino y le gritaba con veneno.
En su opinión, su situación actual era toda culpa de Faustino por revelar la verdad.
—¡Maldita sea, si no fuera por Faustino diciéndome la verdad, ¿cuánto tiempo más me habrías engañado?!
—¿Te atreves a hacer estas cosas pero no a reconocerlas?
—Amaranta, durante tres años te he servido como un buey, y me traicionas así, ¿eres siquiera humana...?
Maciel empezó a llorar mientras maldecía.
Cada vez más furioso, le dio dos puñetazos más.
—¡Basta, todos deténganse!
—¡Aunque me haya equivocado, no tienen derecho a golpearme, montón de ignorantes! ¡Lo consulté específicamente!
—¡Aunque esté casada con Maciel, con quién me acuesto y con cuántos es mi libertad, no tienen derecho a controlarme! ¡Es como mucho un problema moral, no he violado ninguna ley! ¡Me cas