Capítulo 510
Daniela se sentó en una roca junto al estanque, jadeando por el esfuerzo. Se sentía mareada y con la cara roja por el calor, el sudor le pegaba el cabello a las mejillas y le caía por la barbilla.

—Ya no puedo más, no puedo dar ni un paso más —dijo.

Faustino, con una constitución más robusta, no sentía fatiga. Pero estaba empapado en sudor, incluso sus pantalones goteaban agua. Sentía un calor abrasador.

—¡Qué calor! El sol de la montaña es brutal. Voy a refrescarme primero —dijo, y sin esperar a que Tacio respondiera, se deshizo de su ropa, quedándose solo con sus pantalones cortos, y se zambulló en el agua fresca del estanque.

Faustino nadó un rato y asomó la cabeza.

—¡Guau! Qué agua más fresca, ¡qué maravilla! Señorita Ruvalcaba, ¿no quiere probarla?

Daniela se sentía incómoda desvistiéndose directamente, así que se sentó al borde del agua y se quitó los zapatos y calcetines. Se lavó la cara y los brazos con agua, sintiendo un refrescante alivio. Metió los pies en el agua y su
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