Capítulo 5

En busca de venganza

Lucius Nightshade, propietario de Noctis Essence, estaba inmerso en una importante reunión de negocios cuando su teléfono móvil vibró insistentemente. Desvió brevemente su atención del asunto que estaba tratando y consultó el mensaje. Una foto mostraba a Sebastian Blackwood, acompañado de una misteriosa mujer pelirroja, entrando en un edificio del suburbio de Domino's Vale.

Aunque Lucius se encontraba en medio de una reunión crucial, su curiosidad se despertó de inmediato. La intrigante imagen y la presencia de Sebastian Blackwood -un nombre que resonaba en su mente- despertaron su interés. Sentía una conexión indescriptible con la figura pelirroja, una sensación que no podía ignorar.

Mientras los demás participantes en la reunión seguían discutiendo asuntos relacionados con los negocios, la mente de Lucius divagaba, preguntándose quién era aquella mujer y cuál era su relación con Sebastian Blackwood. Sentía una inquietud en su interior, un deseo ardiente de desentrañar el misterio que se ocultaba tras aquella foto.

Lucius sabía que necesitaba averiguar más información sobre la mujer pelirroja y su relación con Sebastian. Aunque el tiempo apremiaba, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para satisfacer su curiosidad y comprender la conexión entre ambos. Una nueva trama empezaba a desarrollarse en su mente y Lucius estaba decidido a descubrir todos los secretos que aquella misteriosa imagen pudiera revelar.

Tras la conclusión de la reunión, Lucius Nightshade se apresuró a marcharse, deseoso de investigar más a fondo la identidad de la misteriosa mujer pelirroja que acompañaba a Sebastian Blackwood. Entrando en su imponente habitación privada, se dirigió a su ordenador, decidido a encontrar cualquier pista que pudiera revelar la verdad sobre esta enigmática mujer.

Sin embargo, para su sorpresa, la información sobre ella era escasa. A pesar de su vasta red de contactos y recursos, Lucius no pudo encontrar registros consistentes ni detalles concretos sobre la pelirroja. Era como si estuviera fuera del alcance de los ojos curiosos e investigadores de Lucius, lo que no hizo sino aumentar aún más su interés y su deseo de desentrañar su misterio.

Frustrado, Lucius se preguntó cómo alguien podía pasar desapercibido en un mundo tan conectado y vigilado. Esta mujer poseía un aura de misterio que desafiaba sus habilidades de investigación y, de alguna manera, eso le intrigaba aún más.

Mientras intentaba descifrar esta incógnita, Lucius recordó su propio pasado como ser inmortal, un vampiro con un pasado oscuro y oculto. Conocía los secretos que los seres sobrenaturales guardaban para protegerse del mundo de los humanos, y Sebastian Blackwood parecía compartir esa misma carga de secretos.

Mientras la noche caía sobre la ciudad, Lucius se sumergía cada vez más en sus investigaciones. Buscaba cualquier rastro, cualquier pista que pudiera conducirle a la verdad sobre la mujer pelirroja. Su mente estratégica y sagaz se movía entre las sombras de la información, siempre alerta a los detalles que pudieran revelar el secreto oculto.

Lucius condujo su elegante coche por las sinuosas carreteras que serpenteaban por el pueblo de Shadow Hills, dejando atrás su hogar envuelto en sombras. Su destino era Domino's Valley, un pueblo donde Sebastian Blackwood y su esposa eran vistos a menudo por sus informadores.

Mientras cruzaba los límites de Shadow Hills, la mente de Lucius bullía de oscuros pensamientos. El recuerdo de las penas infligidas por la familia de Sebastian siglos atrás aún resonaba en su mente inmortal. Ahora, con una oportunidad ante él, Lucius estaba decidido a descubrir los secretos ocultos tras aquella enigmática relación.

Habían pasado días desde su llegada a Domino's Valley, y Lucius no se había perdido ni un solo movimiento de Sebastian. Su agudo oído captaba cada palabra susurrada, cada paso silencioso, mientras se ocultaba en las sombras. Era como si los agudos sentidos del vampiro lo guiaran a través de un laberinto de información, buscando desentrañar los misterios que rodeaban a aquella mujer sencilla y hasta podría decirse que aburrida. No había nada sobre ella en las redes sociales. Sin embargo, el vampiro persistió, decidido a descubrir la verdad que se ocultaba tras aquella enigmática figura.

Paseando por las oscuras calles de Domino's Valley, su penetrante mirada escudriñaba cada rincón de la ciudad. Sabía que se acercaba cada vez más al corazón del misterio. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar poco a poco, avivando la llama ardiente de su obsesión por desentrañar los secretos que rodeaban a la mujer pelirroja y su conexión con Sebastian Blackwood.

Lucius observó atentamente cómo Sebastian Blackwood se dirigía al piso de Lira Clark. Ahora conocía su nombre y su situación: una humana solitaria sin familia ni amigos.

Utilizando sus habilidades, Lucius hipnotizó a algunos de los residentes del edificio y a los compañeros de trabajo de Lira en Industrias Blackwood. A través de ellos, obtuvo información sobre el reciente despido de Lira y su posterior recontratación como asistente personal de Sebastian. Algo que le dejó perplejo: ¿por qué un hombre tan poderoso como él prestaría atención a una simple empleada?

Lucius decidió que era el momento de proceder con cautela. Era un maestro jugando con las sombras, manipulando los hilos invisibles del destino. Vigiló cuidadosamente cada movimiento de Sebastián y Lira, durante varios días, sin que nadie descubriera su presencia en aquella ciudad. Sabía que se enfrentaba a lobos experimentados y muy poderosos, así que tomó las debidas precauciones para no ser descubierto y que nadie percibiera su presencia.

A medida que se acercaba la noche y el velo de la oscuridad caía sobre la ciudad, Lucius planeaba su siguiente movimiento. Su sed de conocimiento y su deseo de desvelar los secretos ocultos guiaron sus pasos.

Mientras Lira preparaba la cena para Sebastian en su piso, Lucius observaba atentamente a través de la ventana, captando cada uno de sus movimientos. Una sensación de incomodidad le invadió al ver la tensión en el rostro de Sebastián y el amor evidente en los ojos de la joven.

Lucio, un ser carente de sentimientos, se vio sorprendido por una oleada de recuerdos del pasado, despertando en él un profundo deseo de estar en el lugar de Sebastián, siendo amado por Lira. Un peculiar malestar se apoderó de su esencia inmortal, despertando un sentimiento que hacía tiempo creía no poseer: los celos.

Sin embargo, Lucius comprendió que su conexión con Lira era sólo un atisbo imaginario, una fantasía que no podía hacerse realidad. Sabía que no era capaz de amar ni de ser amado como un humano. El destino le había otorgado la inmortalidad, pero también le había privado de ciertas experiencias y emociones.

Mientras ambos cenaban y compartían momentos de complicidad, Lucius permanecía observando y escuchando, luchando contra sus propios sentimientos contradictorios. Se preguntaba por qué Sebastian podía tener el amor de aquella mujer y él había estado privado de él durante tanto tiempo.

Lucius, cansado de sólo observar a los dos, decidió dar un paso adelante en su búsqueda de venganza. Se quedó inmóvil frente al edificio de Lira, dejando a un lado su capacidad auditiva y cerrando los oídos a sus conversaciones.

Mientras Lira se acercaba a la puerta y corría sin rumbo, Lucios la observaba. ¿Qué había ocurrido? Y antes de que pudiera actuar, Lira fue atropellada de repente por un coche mientras la mujer se alejaba a toda velocidad calle abajo. En cuestión de segundos, todo cambió.

Lucio se quedó allí, inmóvil, mirando a la mujer que podría ser el centro de su venganza. Su rostro pálido, marcado por un corte en la frente, emanaba el aroma de la sangre más dulce que jamás había sentido. Un deseo intenso y primitivo se apoderó de su esencia, despertando una sed incontrolable.

Sin embargo, algo más profundo en el interior de Lucius le impedía actuar impulsivamente. Incluso inmerso en su sed, reconocía la ironía de la situación. Lira era una pieza en su juego de venganza, y ahora estaba herida ante él. En lugar de sentir triunfo, experimentó una mezcla de emociones contradictorias.

El vampiro, que durante tanto tiempo se había distanciado de los sentimientos humanos, se enfrentó a la dualidad de su ser. Detrás de su apariencia gélida y despiadada, empezaba a surgir una chispa de compasión y remordimiento. Lucius no podía negar que, de algún modo, le importaba el destino de Lira.

Se quedó allí de pie, luchando contra sus propios instintos y oscuros deseos. Sabía que si decidía acercarse y alimentarse de la sangre de Lira, estaría sellando su destino y allanando el camino hacia la destrucción total.

Tras entrar apresuradamente en mi castillo, deposité el frágil cuerpo de Lira sobre mi cama. Selena, mi leal compañera, se acercó rápidamente, con sus ojos curiosos en busca de respuestas.

"¿Quién es esta mujer, Lucio? ¿Por qué la has traído aquí?"

La fulminé con la mirada, respondiendo con una voz cargada de determinación.

"Ella es mi venganza, Selena".

Selena, con su sutil tacto, deslizó sus manos sobre el cuerpo inmóvil de Lira. Le cogió la mano con suavidad y, soltando una carcajada, me interrogó.

"¿Cómo es posible que un vampiro tan viejo como tú no se haya dado cuenta de quién es en realidad?".

"¿De qué estás hablando?"

"Pike, no tienes ni idea de lo que has traído a casa, ¿verdad?" Odiaba este misterio que Selena estaba haciendo.

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