Capítulo 4

No puedo quedarme con ella

Sebastian entró en su lujoso despacho de Industrias Blackwood y encontró a su hermano pequeño, Adrian, sentado en su sillón con una sonrisa traviesa en la cara.

"Ah, hermano querido, he oido rumores interesantes sobre ti y la encantadora chica pelirroja. Parece que estás dejando la oficina patas arriba".

Sebastian frunció el ceño, irritado por los comentarios y las posturas juguetonas de Adrian.

"Adrian, basta ya. Estos comentarios no tienen base alguna, y cualquiera que esté difundiendo estos chismes será severamente reprendido y posiblemente despedido."

Adrián, al notar la seriedad en el tono de voz de su hermano, cambió rápidamente de expresión.

"Lo siento, Sebastián", pero hizo alguna payasada más y su hermano se puso furioso.

Sebastián suspiró, tratando de controlar su ira.

"Sé que te gusta hacer bromas, Adrian, pero esta situación no tiene gracia. Es importante mantener la reputación de la empresa y desmentir los chismes infundados.

Adrián agachó la cabeza, comprendiendo la gravedad de la situación.

"Los cotilleos sobre Lira y tú no sólo circulan por la empresa, sino que han llegado también a nuestra manada. Algunos de los ancianos están preocupados por esta situación, ya que estáis incumpliendo el Acuerdo."

Los ojos de Sebastian se abrieron de par en par, sorprendido por la revelación de Adrian. No esperaba que las habladurías se extendieran tan rápido y llegaran incluso a su manada. Sintió una mezcla de frustración y rabia ante la situación.

"Eso es absurdo", respondió Sebastián, tratando de contener su irritación. "¡No estoy rompiendo El Acuerdo! Lira es sólo mi asistente personal, y no hay nada entre nosotros más allá de eso. A la gente le encanta crear historias sin fundamento".

Adrián suspiró, notando la frustración de su hermano. Sabía que los chismes podían ser perjudiciales, y que las consecuencias podían ser graves si no se manejaban adecuadamente.

"Sebastián, entiendo tu indignación, pero tenemos que manejar esta situación con diplomacia", explicó Adrián, tratando de calmar los ánimos. "La reputación de nuestra manada está en juego, al igual que las alianzas que tenemos con todo el mundo. Sabéis que no podemos, incluso yo que soy un lobo perdido bromeo a veces, pero no dejaré que se convierta en algo peligroso para mí. Debemos considerar cuidadosamente los próximos pasos".

Sebastian respiró hondo, tratando de controlar su ira. Sabía que Adrian tenía razón, y que actuar impulsivamente sólo empeoraría las cosas.

"Abordaré este asunto con seriedad. Tenemos que acabar con este cotilleo de una vez por todas, antes de que afecte negativamente a nuestra manada y cause más daños."

Adrian asintió, aliviado al ver que su hermano estaba dispuesto a actuar con responsabilidad. Sabía que Sebastian era capaz de afrontar los retos y manejar la situación con madurez.

"Estoy aquí para apoyarte, Sebastian", afirmó Adrian, poniendo la mano en el hombro de su hermano. "Juntos encontraremos una solución para proteger a nuestra manada, pero ¿de verdad estás saliendo con la chica?".

Adrián observó detenidamente a su hermano, notando la tensión que se apoderaba de Sebastián, y sus ojos en ese momento revelaron una verdad que no quería admitir.

"Sebastián, no tienes por qué mentirme", dijo Adrián, con tono serio. "Tus ojos muestran la verdad. Te conozco desde hace mucho tiempo, somos hermanos y tenemos la misma sangre. Y estás enamorado de Lira, ¿verdad?".

Sebastian dudó un momento, sintiendo una mezcla de emociones contradictorias. No quería admitir su amor por Lira, ni a su hermano ni a sí mismo, temiendo las consecuencias y las implicaciones que traería a su posición como Alfa de la manada.

"I... No puedo estar enamorado de ella", respondió Sebastián, su voz mostraba su frustración. "No puedo permitirme involucrarme emocionalmente con alguien, especialmente con una simple humana. Eso sería un riesgo para todos nosotros".

Adrian suspiró, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. Conocía bien a su hermano y sabía que aquella negación no era saludable ni para él ni para Lira.

"Sebastián, no puedes negar tus sentimientos", argumentó Adrián, mirando directamente a los ojos de su hermano. "El amor no elige quiénes somos ni nuestra posición en la sociedad. Es algo que sucede de forma natural, y tenemos que aprender a lidiar con ello."

Sebastian sintió una ira creciente en su interior, la frustración mezclada con la sensación de estar atrapado. Dio un fuerte puñetazo en la mesa, haciéndola temblar.

"¡He dicho que no estoy enamorado de ella!", exclamó Sebastian, con la voz cargada de ira. Sus ojos empezaron a brillar en un tono rojo intenso, su respiración se hizo entrecortada.

Adrian mantuvo la calma y se mantuvo firme ante el arrebato de su hermano. Sabía que Sebastián estaba luchando con sus propios sentimientos y que necesitaba apoyo.

"Sebastián, no estoy aquí para juzgarte", dijo Adrián, manteniendo la calma. "Estoy aquí para apoyarte, pase lo que pase".

Adrián envolvió a su hermano en un abrazo reconfortante, sabiendo que ese gesto era más valioso que cualquier felicitación por su cumpleaños. Entendía las restricciones impuestas por Sebastián, pero también comprendía la dificultad a la que se enfrentaba para renunciar a sus sentimientos por Lira. Y así como él ya había sufrido por tener sentimientos con una humana, su hermano también sufriría.

Mientras los hermanos compartían ese momento de silenciosa conexión, Sebastian tomó una difícil decisión. Sabía que debía alejarse de Lira, por doloroso que fuera. El Acuerdo los ponía en lados opuestos, ella probablemente ni siquiera sabía de qué se trataba ese Acuerdo, pero hacía de su relación un desafío imposible de superar.

Cuando Lira le invitó a su piso, Sebastián sintió una mezcla de ansiedad y tristeza. Quería negar la invitación, romper todos los lazos con ella y evitar el inevitable dolor que surgiría. Sin embargo, sabía que no podría resistir la mirada de tristeza en sus ojos. Así que le concedió un día más, para poder despedirse de la pelirroja.

Con un suspiro resignado, Sebastián aceptó la invitación de Lira. Se preparó para la noche que marcaría el final de todo entre ellos, mientras luchaba contra las emociones encontradas que lo consumían. Estaba decidido a cumplir su palabra y respetar las tradiciones y "El Acuerdo" que regían sus vidas, aunque eso significara sacrificar su propia felicidad.

Mientras caminaba hacia el piso de Lira, Sebastián sintió el peso de la inminente despedida. Sabía que sería la última vez que estarían juntos, y esa idea le desgarraba el corazón. Se preguntó si alguna vez encontraría la paz en su elección o si cargaría para siempre con el peso de aquella decisión.

El destino estaba marcado, y Sebastian estaba dispuesto a seguirlo, aunque eso significara renunciar al amor que sentía por Lira. Estaba decidido a cumplir su papel, a honrar el acuerdo y a mantener la seguridad de su manada por encima de todo. La noche prometía estar marcada por las despedidas, y ambos se enfrentarían al doloroso camino de dejar ir al amor de sus vidas. La única certeza que tenía Sebastian era que debía encontrar una novia en su manada, casarse y procrear un nuevo heredero.

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