Capítulo 3

El primer beso

Lira miró a Sebastián con una mezcla de sorpresa y felicidad cuando escuchó su petición de convertirse en su asistente personal. Sabía que esta oportunidad no sólo le permitiría estar más cerca de él, sino que también le abriría las puertas a un futuro prometedor en su carrera.

Con una sonrisa radiante, aceptó la propuesta, sintiendo que su corazón se aceleraba ante la perspectiva de trabajar al lado del hombre que la encandilaba. Pasaron los días y la rutina de trabajo se estableció, con la pelirroja realizando sus tareas con eficiencia y dedicación.

Mientras trabajaban juntos, Lira y Sebastian desarrollaron una dinámica especial. Con cada encuentro, con cada proyecto que compartían, la conexión entre ellos se hacía más fuerte. Con el tiempo, la atracción que existía entre ellos se hizo innegable, y cada mirada y cada sonrisa que intercambiaban tenían un significado profundo.

Tras una intensa reunión, todos los demás empleados abandonaron la sala, dejándolos solos. El silencio envolvió la sala, creando una atmósfera cargada de electricidad. Sebastian se acercó lentamente a ella, sus ojos expresaban una mezcla de deseo y seducción.

Lira sintió que su cuerpo reaccionaba instantáneamente a la proximidad de Sebastian. Su corazón latía deprisa, sus manos temblaban. Sabía que era un momento decisivo, en el que la línea entre profesionalidad y deseo se difuminaba.

Movida por la intensidad de sus sentimientos, posó una suave mano en la mejilla de Lira, acariciándola con ternura. Sus miradas se encontraron y la tensión en el aire era palpable.

En un gesto valiente y lleno de pasión, Sebastián se inclinó hacia Lira y sus labios se encontraron en un apasionado beso. El mundo pareció desaparecer a su alrededor mientras se entregaban a ese momento de pura conexión.

El beso estaba lleno de deseo y emoción, cada movimiento de sus labios expresaba la intensidad del amor que había florecido entre ellos. El tiempo pareció suspenderse y se perdieron en aquel abrazo íntimo y ardiente.

Cuando por fin se separaron, sus ojos se encontraron, los de él ya no eran claros sino de un rojo intenso, lo que causó extrañeza en ella, pero no miedo. Las palabras se hicieron innecesarias, ya que el silencio transmitía todo lo que necesitaban decirse.

Aunque Sebastián sentía algo por Lira, prefirió mantener su relación en secreto, lejos de miradas indiscretas. Disfrutaba de su compañía y de los momentos íntimos que compartían, pero no quería que su relación quedara expuesta al mundo.

Lira, por su parte, comprendía la postura de Sebastian y respetaba su decisión. Sabía que era un hombre poderoso y lleno de responsabilidades, y comprendía que la discreción era necesaria para preservar su imagen y evitar cualquier repercusión no deseada.

Así que se reunieron en secreto, buscando refugio el uno en el otro. Los momentos que pasaron juntos fueron intensos y llenos de pasión, pero fuera de aquellos muros, mantuvieron la apariencia de ser sólo amigos, sin demostraciones públicas de afecto.

Disfrutaban de encuentros furtivos, escapando a lugares apartados donde podían ser ellos mismos, sin miedo a ser juzgados o cuestionados. Estos momentos a escondidas se convirtieron en algo precioso para ambos, un escape de la realidad en la que vivían.

A veces, Lira se sentía necesitada por no poder compartir con el mundo su amor por Sebastián. Añoraba las demostraciones públicas de afecto, poder caminar a su lado sin reservas, sin miedo a lo que pensaran los demás.

Sin embargo, el amor que compartían en los momentos íntimos era tan intenso y genuino que Lira se sentía agradecida por tenerlo, aunque fuera en secreto y en la intimidad.

Sabían que aquella situación no era la ideal, que no podrían vivir plenamente su amor debido a las circunstancias que les rodeaban. Pero en el fondo existía la esperanza de que algún día, tal vez, las cosas cambiaran, de que pudieran vivir su amor abiertamente, sin restricciones.

Mientras tanto, seguían encontrándose en la sombra, buscando la comodidad el uno en el otro, encontrando refugio y consuelo en los brazos del otro. Su relación secreta era como un fuego abrasador que ardía en sus corazones y los mantenía unidos a pesar de las adversidades.

Sebastian estaba de pie frente a la ventana del piso de Lira, perdido en pensamientos contradictorios. Sabía que la noticia de su embarazo le ponía en una situación delicada, pues su posición y los secretos que guardaba no permitirían que ese niño viniera al mundo.

Se sentía presionado por las expectativas puestas en él, por las responsabilidades que debía cumplir. Su mente estaba llena de dilemas e incertidumbres, debatiéndose entre el amor que sentía por Lira y las consecuencias que la llegada de este bebé traería a su vida.

Mientras contemplaba el vacío más allá de la ventana, se preguntó si era capaz de renunciar a todo por el bien de este niño, si estaba dispuesto a afrontar las consecuencias de asumir esta paternidad y renunciar a su mundo perfecto y controlado.

Por mucho que se le estrujara el corazón al pensar en abandonar a Lira y al bebé, sabía que no podía permitir que esta historia siguiera adelante. Había oscuros secretos que no podía revelar, un pasado que le atormentaba y que podía afectar a las vidas de todos los que le rodeaban.

La voz interior que le decía que protegiera su linaje, sus responsabilidades como líder, resonaba en su mente, creando una tormenta emocional. Se sentía dividido entre la lealtad que debía a su legado y el amor que sentía por Lira.

Levantó una mano temblorosa para tocar el frío cristal de la ventana y suspiró profundamente. Sabía que, por difícil que fuera, necesitaba distanciarse de Lira y tomar una decisión que los protegiera a ambos de futuros conflictos y peligros.

Mientras miraba al horizonte, deseaba poder ser diferente, deseaba poder dar a Lira y a su hijo el amor y la protección que se merecían. Pero en el fondo de su alma, sabía que ésa no era la realidad que podía ofrecer.

Con el corazón encogido, Sebastián se alejó de la ventana, dejando atrás a la mujer que amaba y la vida que podrían haber tenido juntos. Tuvo que enfrentarse a su solitario destino, llevando consigo el peso de sus decisiones y la esperanza de que algún día, tal vez, el amor pudiera ser más fuerte que sus obligaciones y secretos. Y la única certeza que tenía era que el embarazo de Lira no podría llevarse a cabo.

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