Cuando llegué a casa no había nadie.
Ramona vivía en la casa del frente con su amiga, la hija de la señora que me arrendaba y con la cual compartíamos patio y tampoco había nadie ahí. Le di agua y comida a los perros y me acosté. Debo haber estado muy cansado puesto que me costó mucho despabilar cuando Ramona me fue a golpear la puerta.
— Luis Felipe —Dijo—. Necesito hablar súper en serio contigo ¿Podemos salir al patio?
— ¿Donde andabas?— Pregunté.
— Ahora te voy a explicar. Necesito que hablemos.
— ¿Y Santi?
— Estaba cansado. Se durmió súper rápido.
— ¿Está al lado?
— Si.
Fuimos al