"¡Vámonos de una vez!" le dije a Josephine, y ella me siguió tratando de recuperar el aire. Se notaba que ya estaba cansada. Sin pensarlo dos veces, me agaché frente a ella y le ofrecí que se subiera a mi espalda.
"¡Liam, eres un bobo!" respondió riéndose, como si pensara que estaba bromeando. Giré un poco la cabeza para ver su cara.
"¿Nunca te han cargado así?" le pregunté sonriendo.
Ella, después de reírse un poquito, aceptó.
Con Josephine en la espalda, seguimos rumbo a la hacienda de mis abuelos. Crucé la reja cargándola y no la bajé hasta que llegamos a la puerta principal. Toqué el timbre varias veces, esperando que la ama de llaves nos abriera, pero nadie contestó. Intenté girar la perilla, y para mi sorpresa, la puerta estaba sin seguro.
"¿Por qué dejaría la puerta abierta, así como así?" murmuré, rascándome la cabeza, aun sin entender.
Josephine se rio un poco mientras miraba a su alrededor.
"Capaz fue a ver qué estaba pasando o salió corriendo al ver el incendio. Te sorprende