“Es hermosa”. Dijo mi madre admirándola. “¿Cómo te está tratando, querida?” Le preguntó ofreciéndonos un asiento.
Tamia se sentó y sonrió. “Estoy muy feliz”.
“Por tu sonrisa, puedo ver que sí.” Con delicadeza, mi madre tomó su mano para admirar el anillo. “Es justo el tono de tus ojos”. Dijo mirando a Tamia. “¿Quién hubiera pensado que eras todo un romántico, Sylvester?”.
Sonreí.
“¿Entonces esto es definitivo?” Pregunto mi madre y yo asentí.
“Espero que los bebés estén en los planes.” Agregó.
“Por supuesto.” Le dije, mirando a Tamia con ternura.
“¿Se casarán en la luna azul según la tradición?”
“Si, madre.” Dije con mucha determinación.
“Genial, Tamia y yo tenemos tres meses para conocernos y planear la boda. Quiero que sea grandiosa.”
Mi madre mostró su entusiasmo, pero yo no podía estar trayendo a Tamia a Luciland.
“Mamá, no puedo venir aquí todo el tiempo con Tamia”.
Al instante, su sonrisa se desvaneció y supe que quería decirme algo, estaba intentando encontrar las palabras corr