Después de que Samuel se fue.
Elia se apoyó contra la puerta y permaneció inmóvil por mucho tiempo.
Aún estaba sumida en tristeza, ocho años, tantos sacrificios, no era algo de lo que pudiera salir fácilmente.
En su corazón, no podía perdonar a Samuel.
Lo único que podía darle era una última pizca de dignidad.
Su regreso, para ella, era como una tortura final.
Si ella hubiera sido la elegida con firmeza, ¿cómo habría aparecido otra mujer? Esa persona incluso había estado a su lado por años, y ella se había engañado a sí misma una y otra vez, pensando que solo era una amiga de la infancia con buena relación, cuando en realidad era la candidata a nuera que su madre había elegido.
Elia, tus ocho años de sentimientos solo fueron una broma.
...
A una puerta de distancia, Samuel se apoyó contra la pared.
Sacó un cigarrillo, lo encendió y levantó la cabeza para fumar lentamente.
Sus sentimientos eran muy complejos, indescriptibles. La razón le decía que debía irse, que no debía seguir aferrán