Diciembre, después de la primera nevada el cielo se despejó.
A ambos lados de la autopista, la nieve acumulada cubría las montañas y las ramas de pino, todo era un mar blanco.
En invierno, la mayor parte del río se había congelado, solo donde daba el sol, el agua clara golpeaba la orilla del río, con ondas brillantes y destellos dorados flotando.
Una camioneta negra se dirigía velozmente hacia Las Camelias.
Aitana estaba sentada en el auto, con la cara hacia la ventana, la nariz enrojecida.
Al mediodía, con el sol deslumbrante, el auto negro se acercó lentamente a Las Camelias, donde había un complejo vacacional.
En invierno no había visitantes, se veía desolado.
Solo una casa tenía humo saliendo de la chimenea, obviamente alguien estaba usando la chimenea para calentarse.
Aitana le pidió al conductor que manejara hacia allá y se detuviera frente a la cabaña.
Cuando se detuvo el auto, ella tiró de la manija de la puerta, sus dedos temblaban terriblemente, los músculos rígidos y dolorid