Sus gestos y movimientos eran elegantes y naturales, con el porte de un dragón y un fénix.Leonardo no pudo evitar suspirar: este matrimonio entre sus hijos realmente era una lástima. Antes de venir, él y su esposa habían preguntado a Aitana, y la joven había dicho que no quería reconciliarse, que no había necesidad de intentarlo.
Si era así, mejor tener una buena cena de despedida y separarse con dignidad.
Durante la comida, Leonardo dejó entrever esta idea en la conversación.
Una persona como Damián, ¿cómo no iba a entenderlo? Pero no mostró ninguna reacción, y continuó sirviendo amablemente comida a Aitana: —Este salmón es tu favorito, lo pedí especialmente para ti. Come más, parece que has adelgazado un poco últimamente.
Aitana frunció el ceño: —Puedo servirme yo misma.
Damián seguía siendo tierno y atento: —Dime qué quieres comer y te lo serviré.
Su descaro hizo que Fernando y su esposa se sintieran avergonzados, mientras que Leonardo estaba bastante impresionado; este muchacho rea