En el Grupo Innovar, sala del CEO. Damián estaba sentado revisando unos documentos, con una camisa gris claro y pantalón negro. La luz del sol lo envolvía a través de la ventana de piso, dándole un aspecto tan elegante como un dios.Milena llamó desde afuera: — Señor Balmaceda, el hijo de Orión ha llegado.
Sin levantar la cabeza, Damián respondió: — Que pase.
Pronto, se escucharon pasos y una voz despreocupada: — ¿Tú eres Damián? Mi padre me envió.
Damián levantó la mirada y se quedó paralizado.
Un chico de 1.90, con cejas de guerrero y ojos de estrella.
Vestía una camisa negra y jeans azul oscuro con roturas, con un cuerpo digno de modelo.
Frunció el ceño: ¿Este era Esteban, el hijo de Orión?
Guapo, increíblemente guapo.
Esteban, aunque atractivo, era grosero. Se sentó de golpe en el escritorio: — Mi padre me dijo que quieres que cuide a tu esposa. ¡Ja! Ustedes los ricos, fingiendo moralidad mientras engañan, y luego preocupados de que su mujer los descubra.
Damián, poco acostumbrado