La observo dormir y me parece tan frágil e indefensa; todo lo contrario a lo que es cuando esta consiente.
La puerta de la habitación se abre, Bianca entra junto a una charola llena de medicamentos.
—Disculpe señor, vine acomodar los medicamentos para cuando despierte.
—Asegúrate de que le cocinen ligero y saludable, me avisas cuando despierta.
—Si, señor.
Salgo de la habitación, camino directo al despacho en donde se encuentra Ludovico sentado frente a mi escritorio.
—¿Qué noticias me tienes?
—Ese maldito no se encuentra en Mexico, hemos peinado cada rincón y no hay rastros de él, creen que se marcho del país.
—Quiero que a ese maldito lo encuentren así sea debajo de las piedras .
—Esa es la orden hermano, daremos con él tarde o temprano.
—Reúne a los socios esta noche, tenemos una cena pendiente con ellos y también quiero informes de lo sucedido durante nuestra ausencia.
—¿Incluido Antonio Lombardo? —Asiento.
—Los negocios no se mezclan y el más que nadie debe tenerlo clar