Capítulo 3

Estaba tan molesta por la situación, que ya no podía disimularlo en mi rostro. Tampoco es que estaba haciendo un esfuerzo en ocultarlo, pero ya no me importaba. No me verás derrotada. No entiendo como pude darle a mi hijo un padre tan imbécil.

Estoy agradecida de que, por lo menos, sus ojos grises, le fueron heredados. Mi Alek tiene una personalidad muy dulce y amorosa. Es un niño muy juguetón y sí, voy a pensar en mi hijo para no mandar a su padre al infinito del olvido.

—Natasha y yo tuvimos que sacar las cosas de la casa. ¿Puedes buscar otro lugar en donde quedarte? Verás, ella ya vive conmigo y si tú llegas a ir… Pues, no quiero incomodarla. No sé si me entiendes, pero no te quiero ver regresando a la casa —sus ojos parecen estudiarme.

Suspiro, levantando una ceja.

Solo un poco más, Gianna... Solo un poco más y no lo mandes a la m****a.

—Ya no vivo en tu casa. No sé a qué te refieres con mis cosas. Sinceramente, las había olvidado. Vine aquí porque fui obligada a venir, no porque quería retomar algún tipo de trato contigo —sus ojos se abren de la sorpresa, pero vuelven a su normalidad en cuestión de segundos—. ¿Entonces eso es todo lo que quieres hablar conmigo?

—¿Todo el amor que decías que me tenías era ese? Simplemente te marchaste sin dejarme darte una explicación y asumiste una posición que no me permitió dar contigo. Que fácil todo resulta para ti, Gianna. Te fuiste con todo el dinero que te dio la gana y…

—Por favor, ¿Dime que no lo hiciste? —lo interrumpo, levantándome del sofá—. No me diste el dinero ni tomé nada de ti. Mis padres me obligaron a que firmara un contrato contigo para que pudieras recibir una herencia y nosotros, saldar una deuda con tu familia. Tu abuela le dijo a mi padre que necesitaban de mi ayuda. Nadie me dio dinero de nada, ya que hace cinco años, me fui sin nada —me llevé conmigo a mi hijo, pero eso no necesitas saberlo—. Nada resultó fácil para mí. Porque por tu culpa, me pasaron cosas que jamás en mi vida, hubiese imaginado. El que perdió la memoria lamentablemente fuiste tú, pero yo sí debo quedarme con todos los recuerdos. Sean buenos o malos, ellos se quedan conmigo. Mikhail, tú eres el que está haciendo borrón y cuenta nueva. No me importa con quién empieces esta vez, pero no vengas a meterme en esto, cuando tu familia se aprovechó de nuestra necesidad, para cubrir la tuya —lo señalo—. Quieres el divorcio, dije que lo haría. Nunca me he negado. Así que puedes llamar a los abogados cuando quieras.

—Bien... —su voz se escucha ronca.

—Y una cosa más. Si los llevas, trata de hacerlo en secreto. En la empresa no quiero que me vean que tengo algún tipo de relación contigo. Así que ten cuidado con eso. Lo más probable es que abandone mi puesto en tres meses. Así que tienes ese tiempo para conseguir a alguien para que me reemplace —miro a su abuela—. Mi relación con él, oficialmente, terminó en este momento. Espero que nos sigamos viendo más adelante y podamos compartir otra vez.

—Estaría encantada, cariño —responde su abuela, con un tono de decepción—. Siempre es un placer poder compartir contigo.

Mentirosa.

Vuelvo a ver a Mikhail.

—Entonces me retiro. Ya he terminado de hablar contigo. Esperaré al abogado, así que no es necesario que vuelvas a llamarme.

—¿En dónde te vas a quedar? —lo miro con diversión.

De verdad que esto es un juego muy agradable para él.

—Eso no te importa. Ya salí de tu casa y de tu vida hace cinco años. Eres solo el director general de la empresa a la cual iré a trabajar mañana o algún día. Así que, eso es todo por hoy —digo con firmeza.

Él y yo nos miramos fijamente de manera retadora. 

Me sentía vulnerable y sumamente molesta, por todo lo que me estaba pasando, pero no me caería. Odiaba a Mikhail con la misma intensidad con la que un día llegué a amarlo, pero no le daría la oportunidad de verme miserable.

No otra vez.

El sonido de la puerta abriéndose, me hace apartar la vista y para mi sorpresa, era Thomas, quién estaba entrando a la habitación.

—Vaya, esto no me lo esperaba —dice cuando me ve—. ¿Te referías a esto cuando dijiste que estabas ocupada?

La habitación quedó en silencio, hasta que entró Natasha vociferando el amor y lo mucho que había extrañado a Mikhail.

—¿Qué hace está mujer aquí? Misha, ¿No quedamos en que la sacarías de tu vida lo más rápido posible? —solo la escucho, porque mi mirada sigue en Thomas.

¿En dónde dejó a Alek? Se supone que él no aparecería porque iba a cuidar de mi hijo, mientras resolvía esta situación.

—¿Se conocen? —la voz de Mikhail, sonó molesta.

—Sí —respondo, sin verlo—. No sabía que vendrías al hospital. Creo haberte dejado cuidando de mis cosas —lo miro enojada.

—Lo sé, pero venía a decirte que ya es hora de la cena y no podemos esperar más, Gia —escucharlo decir eso, me dio dos bofetadas en la realidad.

El hotel estaba cerca y tenía servicio de guardería, pero dejarlo solo en un lugar desconocido. Definitivamente, Thomas me iba a escuchar cuando regresáramos a la habitación.

—¿Te dice Gia? —miro a Mikhail—. ¿Y tú quién se supone que eres para irrumpir en mi habitación sin autorización?

Era la segunda persona que me llamaba así, pero me sentía extraña...

—Bueno, lo siento por eso, pero estuve hablando con el doctor que te está tratando por el accidente. Casualmente, dejé mis estudios de medicina por problemas personales, pero he entendido tu situación con facilidad. Solo tienes amnesia temporal, así que no hay nada grave en tu cabeza… Bueno, no del todo —responde con facilidad.

Me da risa porque este hospital es muy prestigioso, pero le dan información a cualquier extraño que diga que es médico.

También es maestro de Kínder, pero no necesitan saber eso.

—No me interesa eso, pero me imagino que debes saber que Gianna es mi esposa —su voz y su expresión, estaban completamente llenas de molestia.

—Sí, pero también sé que están en proceso de divorcio. Así que no veo el problema. Gia es una mujer libre y usted se va a casar pronto con su prometida.

—Muy enterado de mi vida, para ser una simple persona —me mira con frialdad—. Ella se llama Gianna, no Gia.

—Nunca dije que fuera una simple persona. Y sí, sé cuál es su nombre, pero Gia, la hace ver más hermosa —sonrío ante lo último que dice.

Mikhail me sigue viendo con cara de querer matar a Thomas, pero no me importa. Se lo tiene bien merecido.

Me hace sentir mejor, que él pueda recibir una cucharada de su propia medicina.

Quería verlo sufrir, así tal cual lo está haciendo ahora. 

—Thomas, ¿con quién dejaste las cosas? Sé qué es hora de la comida, pero dejarlas solas —me acerco para susurrarle al oído—. Dime que no dejaste a Alek solo, antes de que te mate aquí mismo.

—No, no lo dejé solo. Me he encontrado con un doctor que es mi amigo y le he pedido el favor de que lo cuidara mientras venía por ti —susurró, de vuelta.

—¿Viniste a restregarme en la cara eso? —la voz de Mikhail, llama mi atención—. Todavía soy tu esposo, Gianna.

—Por cinco años eso no te importó. Así que… —dejo las palabras en el aire—. Olvidaste lo que pasó durante ese tiempo, pero tranquilo, poco a poco lo irás recordando.

Me gustaba lo que estaba sucediendo ahora. Tenía una persona que le respondía a Mikhail de la misma manera que él quería hacerlo conmigo. No necesitaba de un defensor porque claramente yo podía hacerlo, pero se sentía bien ver qué se quedaba callado y no decía nada, cuando Thomas, decía algo positivo para mí.

—El tiempo no importa cuando…

—Oh, no, amigo. Claro que el tiempo importa y te pasará factura más adelante por haberlo dejado pasar y no preocuparte por las cosas que verdaderamente debían ser cuidadas —lo interrumpe Thomas.

—¿Qué estás queriendo decir? ¿Por qué simplemente no te vas de mi habitación? Soy una persona que sufrió un accidente y la única persona que no sé quién eres aquí, eres tú —le señala la puerta—. Lárgate, hazlo mientras soy amable.

Claro, el ofendido que se quedó sin palabras. 

Te odio.

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