“El problema de despertar… es que ya no puedes volver a dormir.”
Eirin permanecía sentada frente al ventanal de su habitación, con el abrigo aún puesto. No podía recordar cuándo exactamente había entrado en casa. Estaba segura de que sus pies la habían guiado como un autómata. No quería regresar. Deseaba permanecer en el departamento con Ethan por muy sucio que estuviera. Para ella cualquier lugar era mejor que tener a Orestes cerca. Pero por insistencia de Ethan terminó guiados sus pasos de vuelta a la casa que ya no considera suya. Afuera, la ciudad seguía su ritmo indiferente, pero dentro de ella, el mundo parecía en ruinas.
Su cuerpo estaba rígido. La escena del día anterior frente al despacho de Orestes seguía latiendo en su cabeza como una herida abierta. Las palabras que él había pronunciado los últimos días en su contra, las amenazas veladas, su voz contenida en furia… nada la había preparado para esa versión tan descarnada del hombre con el que había compartido los últimos do