46. Desesperación
Gustavo marcaba una y otra vez el contacto de Sarada, con el rostro tenso y el corazón acelerado. Estaba desesperado. Ella apenas hablaba con él, prácticamente había desaparecido de su vida. Le había dejado claro, con sus palabras frías y secas, que ya no quería nada con él. Pero Gustavo no estaba dispuesto a rendirse. No después de todo lo que había hecho por ella.
Sus padres presionaban para que se casara con otra mujer, una elección conveniente, y aprobada por la familia. Pero su corazón no les pertenecía, su corazón era de Sarada. Y estaba decidido a recuperarla, cueste lo que cueste. No le importaban los obstáculos, ni la distancia, ni siquiera el rechazo. Él había entregado todo por ella, y ahora sentía que merecía una oportunidad de hacerla volver a su lado.
Desde que no regresó a Alemania, había decidido ir tras ella. El número de Sarada ya no respondía, no importaba cuántas veces llamara. Así que, al llegar a su destino, se instaló en un hotel cinco estrellas. Necesitaba desc