34. No involucrarse sentimentalmente.
Zamir miraba a su mamá con los ojitos muy abiertos.
—¿Entonces significa que no nos iremos por ahora?
—Por ahora no, cariño. Pero sí, en algún momento tendremos que irnos.
El niño bajó la mirada, pensativo.
—¿Y mi papito?
—Me imagino que él irá a visitarte… y cuando se pueda, vendremos aquí también.
El pequeño frunció el ceño con tristeza.
—Yo no me quiero alejar de mi papito, mami. Me agrada mucho, es muy bueno conmigo… y se nota que me quiere muchísimo. Diosito le tocó su corazoncito —dijo, llevándose la mano al pecho—. No quiero que sienta tristeza, porque yo estoy aquí —agregó, llevándose la mano al lado izquierdo del pecho—… en una parte de su corazón me encuentro yo y en el otro estás...
Luego de decir eso, el niño guardó silencio repentino, y se mordió la lengua como si hubiese dicho más de lo que debía. Había recordado que ese era un secreto entre él y su padre.
Sarada lo observó con curiosidad.
—¿Cómo dijiste?
—Nada… solo que mi papito me quiere mucho y no quiero que se sient