CAPÍTULO 108. El Testamento.
Capítulo 108
El testamento.
El portátil se quedó con la pantalla en blanco un par de segundos que parecieron eternos. El pequeño indicador azul titiló como un latido; la palabra descifrado apareció enseguida, y luego, sin transición, la imagen se llenó de sombras.
La cámara casera —temblorosa, situada sobre una mesita que apenas sostenía el peso de una lámpara— captó a Adrián Martínez sentado en su camilla desde el hospital penitenciario donde lo estaban atendiendo esos días.
Se veía mas delgado, ojeroso, la piel más pálida que en las fotografías de archivo, la voz quebrada por la tos y por la fatiga. Había vendajes en el antebrazo; la bata de baño le colgaba con desorden. Todo él olía a fragilidad y deterioro.
Isabela apoyó la espalda en el respaldo de la silla, respirando con lentitud. Gabriel, de pie cerca de la mesa, dejó que sus ojos hicieran una mueca de respeto y desprecio a la vez. Julián y Teresa, reunidos allí con Elena, formaban el pequeño círculo que observaba la confesió