James comprendió que matarían a las dos mujeres si rechazaba su servicio. No le quedó de otra que aceptar, pues no quería que otros murieran por su culpa.
Las dos mujeres se pusieron de pie y empezaron a desnudar a James.
En poco tiempo, su ropa desapareció, quedando solo en calzoncillos.
Una de las mujeres le tendió la mano para ayudarle a quitárselos.
James extendió rápidamente una mano para detenerla. “Así está bien”.
Luego, entró en la bañera.
La temperatura del agua era agradable. Se acostó en la bañera y dejó escapar un suspiro relajado.
De repente, las dos mujeres se arrodillaron en el suelo y empezaron a desnudarse también.
James intentó interrumpirlas de inmediato: “¿Qué están haciendo?”.
Una de las mujeres respondió respetuosamente mientras apoyaba la cabeza contra el suelo: “Emperador, esta noche somos suyas”.
James estaba desconcertado.
“Es un honor servirle esta noche, Emperador”.
“Por favor, acéptenos, Emperador”.
“Entendemos que los insectos humildes como