En ese momento, Forsythe no pudo evitar ponerse de pie, darse la vuelta y agarrar el brazo del hombre, preguntando ansiosamente: “Déjame preguntarte, ¿cómo estaba la situación en ese momento?”.
Forsythe estaba lleno de ansiedad.
Aunque lo habían echado del Palacio del Dragón Marino, en el fondo siempre le sería leal a Morticia. No pudo evitar preocuparse cuando se dio cuenta de que ella estaba atrapada en el Vigilante del Cielo.
Sus tragos fueron interrumpidos y los hombres miraron a Forsythe al unísono, molestos.
Especialmente el hombre al que Forsythe agarró por el hombro, aquel estaba aún más furioso. Retiró la mano de Forsythe y lo regañó: “¡Maldita sea! ¿Quién es este maníaco borracho? ¡Aléjate de mí!”.
En su opinión, el hombre que tenía delante no era más que un borracho y no le tenía ninguna consideración.
Los otros compañeros le gritaron a Forsythe en cuanto terminó de hablar.
“Apártate de nuestro camino. No nos molestes cuando estamos bebiendo”.
“¿Acaso estás loco?”.