“¡Jack! ¿Qué sucedió? ¿Qué le pasó al Señor Adolfo?”, preguntó Darryl.
Revisó las heridas de Adolfo y parecía que alguien lo había golpeado con un palo de madera. Tenía rasguños en la piel pero sin heridas de gravedad.
Jack se secó las lágrimas y sollozó: “Justo antes, dos piratas vinieron y tomaron nuestro dinero. Luego, golpearon al abuelo. ¡Waaa!”.
‘¿Piratas?’. Darryl se quedó atónito.
Durante los siguientes minutos, después de haberle preguntado a casi todos los demás sobre ello, Darryl se enteró de una tal Isla Demonio que estaba a decenas de kilómetros de la Ciudad Perla. Había un grupo de piratas que vivían allí y andaban desenfrenados. La Organización de Ciudad Perla había llevado a cabo varias redadas en las últimas décadas, pero todas fracasaron.
Hace media hora, dos piratas llegaron a la Ciudad Perla disfrazados y deambularon por el lugar. Se enteraron de que Adolfo había sido recompensado con una gran suma de dinero por la familia Damián. Tenían varios miles de monedas