Ese mismo día, Valentino, bajó a cenar al comedor con su abuelo y su madre, Samantha por supuesto estaba ahí, ella se encontraba molesta, no le había gustado para nada el rechazo de Valentino
—No creas que te va a resultar tan fácil deshacerte de mí, esa perra no está a tu nivel, solo estás desquitándote por lo que te hice cuando quedaste inválido, pero estoy segura que yo puedo hacer que te olvides de todo y que me ames como antes de nuevo — Samantha, no se daría por vencida tan fácilmente, se estaba obsesionando con Valentino más de la cuenta
— Apenas después del postre, Samantha, comenzó a sentir los dolores del inminente nacimiento del bebé, no eran tan intensos aún pero ya le causaban molestía
— ¡Ahh... creo que el bebé ya va a nacer! ¡llévame al hospital Valentino! — exigió la caprichosa mujer embarazada
— ¿Qué quieres? ¿qué te lleve en brazos al auto y maneje a toda velocidad hasta la clínica? — rió seco el empresario
— ¡Si no fuera por qué no te funcionan las piernas, nada de