La flor que nació y creció en el fango: primera parte.
En aquellos días desafiantes, cada jornada se convertía en una proeza para ella. A pesar de la falta de facilidades, logró forjar un camino que, de alguna manera, le daba respiro. La adaptación se volvió su única opción, ya que no contaba con nadie a su alrededor.
El transcurso de los años le concedió el regalo de la supervivencia y a los 12 años, podía mirar hacia atrás y reconocer el milagro que significaba haber crecido. Se encontraba sola desde que perdió a las únicas personas que conocía, y eso la marcó profundamente. Sin embargo, la vida después de esas pérdidas no fue un camino sencillo.
El constante recuerdo de sus amigos y única familia la acompañaba día a día, como sombras que se negaban a desvanecerse. No tenía la fortuna de ser tan hábil para ganar dinero como Roma, ni la belleza y amabilidad de Laura al vender flores. Incluso carecía de la destreza de Philip para elegir las flores más hermosas. A pesar de ello, se aferraba a su propia astucia como un salvavidas.
Caminand