—Magnolia, Iván (el hijo de Lidia) trabaja ahora de mensajero, conoce bien el negocio de la mensajería.
Era un mensajero, así que podía averiguar dónde vivía Yolanda.
Lidia e Isabel dijeron tanto en el ascensor para pedirle el dinero a Yolanda.
Magnolia las entendió, pero no quiso hacerles caso, y Yolanda era muy simple y no podía entender lo que se decía.
Al final, estas dos mujeres solo pudieron callarse.
Lidia dirigió una mirada furtiva a la pulsera que llevaba su hermana, revelando un toque de envidia: se trataba de una pulsera de 10,000 dólares, si fuera suya, lo buena que sería.
Las puertas del ascensor se abrieron y salió todo.
Magnolia se llevó a Yolanda y ni siquiera miró a Lidia e Isabel detrás.
Había seis coches aparcados fuera.
Los cinco hermanos las vieron salir antes de bajarse del coche y se dirigieron hacia Yolanda, —hola, Yolanda.
—Hola, cada vez están más guapos.
Inmediatamente, a Lidia se le iluminaron los ojos, —Magnolia, ¿son tus hermanos? Son muy guapos.
Yolanda d