Capítulo 138
Las palabras de Alexandra aún no habían terminado cuando Ricardo se volvió hacia ella y la reprendió severamente: —¿Qué diablos onda con toda esa educación que supuestamente tienes, Alexandra? ¡Hablas de una manera tan fea que ni el perfume puede tapar tu mal aliento!

Ella se quedó atónita ante la reprimenda, paralizada en su lugar, incapaz de articular una respuesta completa. —Primo…

Ricardo, con la cara seria, desvió la mirada. —Si no sabes cómo hablar, entonces cállate. No hagas el ridículo aquí.

Después de soltar eso, se marchó sin mirar atrás. Magdalena consoló a Alexandra y luego se apresuró a seguir a Ricardo.

Mientras tanto, Magnolia y Diego buscaban sus asientos juntos.

Diego observó su delgada figura y, de la nada, le preguntó: —Magnolia, ¿te la pasaban molestando mucho cuando trabajabas como cuidadora para la familia Vargas?

Ella se detuvo por un momento antes de responder: —No, la abuela Vargas siempre fue buena conmigo. Nadie se atrevió a meterse conmigo.

—Con lo venenosa
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