Capítulo 0008
¿Llevarla?

Magnolia miró el helicóptero frente a ella, recordando de repente la llamada de su tía diciéndole que había encontrado a su familia.

¿Sería su familia que envió por ella?

¿Un sueño de veinte años finalmente se hacía realidad?

Magdalena, sarcástica le dijo—: Magnolia, tremenda actuación, tienes hasta extras… Pero que va, ni con eso te sacas de encima la pobreza. Debe ser la primera vez que ves un helicóptero. ¡Campesina!

Magnolia se giró a ella, en ese instante un guardaespaldas abofeteó a Magdalena largándola al suelo y esta humillada gritó:

—Magnolia, te atreviste a golpearme, ¿sabes quién soy? Mi hermano no te perdonará.

Magnolia sonrió pata decirle:

—¡Me importa un bledo quien eres!

Magnolia, camino al helicóptero, oyó a Ricardo ordenarle:

—¡Magnolia, detente!

Ella dudó, pero sin mirar atrás, subió.

Ricardo aceleró el paso al verla alejándose mientras Magdalena se colgaba a su brazo chillando.

—Ricardo ¿Viste que me pegó?

Pero Ricardo miraba obstinado a Magnolia cuando entró al helicóptero y el aparato se elevó.

—¡Realmente se fue!

Magdalena siguió metiendo cizaña:

—Seguramente Magnolia ya tenía a otro hombre. Si no, ¿cómo iba a encontrar tan rápido a un millonario que la enviase a buscar enseguida que firmó el divorcio?

—¡Cállate!

Ricardo frunció el ceño, pensando que Magnolia solo estaba haciendo un show para enojarlo.

Nunca imaginó que ella realmente hubiera encontrado a alguien más.

Llamó a su asistente de inmediato: —Magnolia fue recogida por un helicóptero desde la villa, investiga su paradero.

—Ricardo, ¿Te importa tanto Magnolia? Ella te traicionó con otro hombre —le dijo Magdalena.

—Siiip —Ricardo le sopló y contrariado, respondió—. Es para darle una explicación a la abuela. Si esa mujer vive o muere no me interesa.

Magnolia estaba tan furiosa, que olvidó cuanto la abuela Vargas amaba a Magnolia.

...

Magnolia disfrutó del viaje nocturno en el helicóptero, vio la ciudad sonreída, liberada.

Aterrizaron en la azotea de un lujoso hotel.

Magnolia bajó del helicóptero, flanqueada por guardias de seguridad, quienes dijeron unánimemente: —Señorita, ¡bienvenida a casa!

Magnolia se sobresaltó con tal despliegue, ¿no era demasiado exagerado?

Vio a dos personas al final del camino, una era su tía Yolanda y la otra, un hombre serio y guapo en un traje negro.

¿Era ese su hermano?

Pero Yolanda había dicho que tenía seis hermanos.

—Maggie, finalmente has regresado.

Yolanda corrió y la abrazó—: Debes haber sufrido mucho en esa casa... Hiciste bien en divorciarte, ahora estas con tu familia y podemos empezar de nuevo.

Magnolia, con lágrimas en los ojos, asintió: —Sí.

—Ven, Maggie, te presento a tu hermano mayor.

Magnolia miró al hombre que se le acercaba, imponente y altivo, emanaba seguridad, poder, pero también frialdad.

Javier, la miró fijamente, su pequeña y frágil hermana, tan delgada y pálida. Sintió un nudo en la garganta.

Magnolia, tras un largo silencio, tomó la iniciativa: —Hola.

Javier Ruiz, al escuchar ese saludo, se sintió aún más incómodo. ¿Estaría su hermana enfadada con él?

Javier preguntó cauteloso:

—¿Tienes algún deseo?

Magnolia, confundida preguntó—: ¡Un deseo?

—Sí, lo que más quieres hacer ahora.

Magnolia, con tristeza dijo:

—¡Quiero volver a casa!

¿A casa? ¿A cuál casa ansiaba volver?

Se sintió tan mal, de no haber perdido a su hermana ella no habría sufrido tanto.
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