Capítulo 0007
Él nunca había pensado en casarse con ella, pero ya que lo hizo, si ella fuera obediente y tranquila, no le importaría su humilde origen. Después de todo, él tenía suficiente dinero para mantenerla.

Pero esta mujer había causado problemas varias veces, y ahora parecía que ni siquiera quería fingir más, mostrando su verdadera cara.

En realidad, debería sentirse aliviado al verla firmar los papeles del divorcio, pero se sentió no así.

Magnolia, desafiante, solo escondía su tristeza, pretendiendo que él no le importaba, sin querer dejar su orgullo pisoteado en su partida.

Magdalena viendo que se torcían las cosas dijo:

—Magnolia, firmaste tan rápido el divorcio porque ya tienes otro, ¿verdad?

—Si —respondió Magnolia—. Cuando el nuevo amor nos llena, los ex no significan nada.

El hombre estaba furioso, sus ojos chispeantes cuando le espetó:

—¡Viviendo de lo mío y manteniendo a otro afuera?

Magnolia señaló la ropa regada en el suelo y le dijo:

—Te los devuelvo.

Ricardo le dio una mirada gélida mientras le decía—: Lo que llevas puesto también lo compré yo.

Magnolia le arguyó—: Te lo devuelvo también.

Ricardo apretó los puños mientras sus ojos parecían salirse de sus órbitas al mirarla fijamente y, Magdalena, con sonrisa de guasón, alistó su teléfono para capturar aquél momento.

Magnolia, decidida, comenzó a desabrochar su camisa, mostrando su sensual clavícula.

El hombre parpadeó sorprendido, nunca se imagino que ella se atreviera a desnudarse.

—¡Basta! Eres una desvergonzada. ¡Vete, no quiero volverte a ver más!!!

Magnolia, con las manos sudorosas, volvió a abrocharse la blusa. Se arriesgó en su atrevimiento.

Magdalena, un poco decepcionada, guardó su teléfono, diciendo con arrogancia: —Querías desnudarte sin pudor, pero para eso debes asegurarte de que alguien va a pagar por ti, Si no, es en vano! Con tu origen es mejor que seas una ciudadano común, no sueñes con ser más.

Magnolia, sosteniendo la sucia bolsa, inhaló profundamente. A veces envidiaba a aquellos nacidos con suerte.

¡Cada vez que era maltratada, soñaba con que su familia apareciera y la defendiera!

Pero sabía que eso solo ocurría en las telenovelas, incluso si ahora encontrara a su familia, tal escena no era posible.

Pero, en ese momento, Zumbidos que cortaban el aire se oyeron en el jardín delantero, y un helicóptero descendió hasta el césped.

Guardaespaldas de negro bajaron de él. Desde el vestíbulo, Ricardo observó que esos hombres se acercaron a Magnolia.

Les oyó decir:

—¡Señorita Fernández, vinimos para llevarte!
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