Gruñendo se separó de ella y se dejó caer a su lado. Su brazo pasó por encima de la delgada cintura y una de sus piernas se enredó entre las más jóvenes.
-¿Que lees?- le preguntó para aligerar el ambiente cargado con olor a excitación.
-Este libro- le enseñó la portada con algo de decepción. Pensaba que Vladek iba a repetir lo del día anterior. Ya conocía la sensación de estar llena y era una que al menos con el lobo, le gustaba.