Mundo ficciónIniciar sesiónAhmose, de pie al lado de Nefertari, sintió la furia crecer en su interior. Su mandíbula se tensó, sus músculos se tensaron bajo su uniforme. Había desentrañado la red de contrabando y la certeza de que Imhotep era "El Halcón de la Noche" lo consumía. Escuchar al Sumo Sacerdote usar la fe como un arma, distorsionando la verdad para sus propios fines, era una afrenta intolerable.
Discretamente, la mano de Ahmose buscó la de Nefertari. Sus dedos se entrelazaron con los de ella, un agarre firme, una conexión en medio de la tormenta. Imhotep continuó su diatriba, su voz resonaba con agresividad. Habló de la necesidad de un "juicio" para aquellos que habían corrompido el espíritu de Egipto, de una "purificación" que restauraría el orden divino. El sermón de Imhotep llegó a su clímax, un llamado a la acción, a la lealtad incondicional al templo y a sus enseñanzas. La multitud respondió con un murmullo de aprobación, algunos incluso con vítores. Imhotep co






