42.

—Creo que eso es algo difícil, ¿no cree? Es un príncipe y yo solo una plebeya, le debo respeto, mi señor —dice Cirice agachando la mirada.

Aparentemente dolido por ese comentario, el príncipe Carlos regresa hacia la sirena y se sienta a su lado.

—Lo he pensado mucho… Ni siquiera he podido dormir por lo mismo. —Con la cabeza gacha y tomando de las manos a Cirice, parece estar hablando más con él mismo que con ella—. Sé que no llevamos mucho tiempo conociéndonos, pero en verdad te has clavado muy profundamente en mi pecho y en mi cabeza y… no puedo seguir así. —Con cada palabra que dice el príncipe Cirice se asusta más—. Ariel… ¿Te casarías conmigo?

Todo pasó por la cabeza de la sirena, pudo ver al padre del príncipe rechazándola, quedándose con la mujer que él creyó mejor y ahora estaba ante el hijo, sin esfuerzo, sin necesidad de seducirlo o enredarlo, simplemente las cosas se fueron dando y ahora se sentía enamorado de ella, lo suficiente como para pedirle matrimonio.

En un cue
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