Evan
Yo no suelo ponerme de los nervios fácilmente, pero esto me está sobrepasando.
Camino en el dormitorio de un lado a otro y fijo de nuevo la mirada en mí muñeca. Faltan cinco minutos y Abbey no ha llegado.
Y lo más raro es que mi madre Tampico ha aparecido. Cuando la imagen de Abbey aparece en mi cabeza, olvido completamente a esa mujer que me dió a luz.
Hago a un lado la cortina y miro por la ventana, fuera hay muchos periodistas, y personas normales que quieren curiosear pero no está Abbey.
Una sensación desagradable invade mi pecho y paso la mano por mi esternón. No me gusta sentir ésto.
Sin darme cuenta e inconscientemente, salgo por la puerta de atrás y voy directo frente a las puertas de cristal, en la entrada.
El traje se me hace muy molesto ya que estoy sudando. Escudriño el horizonte y toda la entrada pero no hay señales de Abbey.
¿Me habrá…? No, ni se me ocurre terminar ese pensamiento, ella no sería capaz. No, me niego a pensar eso.
Me fijo en los zapatos brillosos y ha