Druposqui y Llelican ya se encontraban en el despacho de Silver donde el silencio ambiento la habitación unos instantes, hasta que el Conde con voz cansada y apagada interrogó:
—¿Qué ocurre Silver?
—Hemos recibidos varias amenazas del Castillo Dorado, es momento de atacar, antes de que ellos lo hagan.—Imposible, sabemos bien que el Rey Misem es pacifico y es raro que haga alguna amenaza—Alegó Druposqui.—Es cierto hermano—Admitió el general—Pero, estas amenazas no vienen de Misem, sino de uno de sus aliados.—Ya veo—Expresó Druposqui, sabíendo a quien se refería silver.—Entonces, debemos prepararno para atacar, tú e incluso Llelican irá.—¿Y yo que pinto en ese asunto?—reclamó Llelican.—Debes comenzar a participar en las batallas, muchacho—Explicó Silver, serio— Escuche que el Gran maestro del Castillo dorado tiene una aprendiz, ella será tu oponente. el chico miró a su padre, buscando una salvación pero, Druposqui sin mirar a su