Carretera Cuenca- Yanzatza.
—¡NO ME QUITES A MI BEBÉ! —gritó Paloma, despertando sobresaltada, asustando a Diego, y al resto de pasajeros; lágrimas corrían por sus mejillas, mientras su corazón latía con fuerza; había tenido una horrible pesadilla con Iván, en la cual él se llevaba a su bebé. La muchacha se cubrió el rostro con las manos sin parar de llorar.
—Tenga —dijo Diego, extendiéndole una botella de limonada que compró minutos antes a los vendedores que habían subido mientras ella dormía.
Paloma dudó en aceptar, él era un desconocido y ahora desconfiaba de las buenas intenciones de todo el mundo, ya no creía en nada, ni nadie.
—No gracias, estoy bien —pronunció tratando de calmarse.