capítulo 26
Amerís soltó un gruñido voluntarioso y llevó la mano al costado del cuerpo,justo donde tenía la herida. Ese hombre le había gritado que se largara,y él por supuesto,no estaba dispuesto a rogarle a nadie por posada,aunque se desangrara en el camino y su sangre manchara las calles de su amada París, jamas le rogaría para quedarse. Contuvo el aliento,apretó los dientes y los ojos al mismo tiempo y avanzó dos pasos con toda la proeza que significaba el caminar con una herida recién abierta.

—¿Qué rayos pretendes hacer?. Malaquias le preguntó molesto. Pero Amerís no pensaba responderle,se iría tan rápido que ese gitano no recordaría el haberle ayudado y si lo hiciera sería peor para él, porque no estaba dispuesto a agradecer nada. Siguió sin responder cuando había casi logrado atravesar la habitación en la que ambos estaban le detuvo Malaquias.

—Estas loco si crees que puedes andar por las calles con una herida como esa. El rubio le lanzó una mirada de hastío y avanzó otro paso,pero Malaqui
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