La gente se aglomeraba en la iglesia y todos tenían la intención de aportar a una causa, asegurarse que estén cada uno de los que se encontraban dentro disfrutando de buena salud y pudieran aparte echarles una mano en cuanto al desastre que esa noche se presentó.
— ¡Hola, ¿Están todo bien allí?! — Gritó uno de los colaboradores tocando a la puerta.
— ¡Oh! Deme un segundo, definitivamente hay que caminar con cuidado aquí.
— Gracias por venir, honestamente este es un pueblo muy generoso. — El monaguillo abría la puerta saludando al grupo.
— Tranquilo amigo, vinimos a revisar si todo estaba en orden.
— ¿Van a pasar?
— Claro, ¿Hubo algún herido?
— Si. Lamentablemente si, algunos de mis compañeros están un poco lastimados.
— Llévame a donde está