8: HERENCIA TRAS HERENCIA, Y CONTINÚAN LOS SECRETOS DE M****A

La mirada de David se centra en el desayuno que yace frente de él, servido en un plato con suaves diseños de flores; los huevos fritos, frijoles y el pan tostado, le hacen sentir una muy pesada nostalgia. Se puede ver a sí mismo de pequeño, esperando con ansias en la entrada de su casa a Luis para poder ir a desayunar con la familia de este; eran más animadas que con la propia.

Con su padre o madre en la mesa no se podía hablar, los únicos que podían hacerlo eran los mayores, desde que tiene uso de razón hasta los doce años nunca se le permitió hablar, solo cuando su opinión fuera pedida o se necesitara una respuesta amplia. Recuerda que su hermana prefería mantener la boca llena, no le gustaba participar en esas pláticas... en ninguna, mejor dicho.

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